diumenge, 19 de maig del 2013

Horoscopia II

Reloj? zodiacal.
Museo Nazionale Romano
Ante los astrólogos encontramos una doble respuesta. Por una parte desde el estado se promueve el rechazo e incluso su expulsión, pero desde las personas particulares hay una gran aceptación de sus prácticas.
La primera expulsión de astrólogos se produjo en el año 139 a. C. mediante un senatus consultum del pretor Cneo Cornelio Híspalo, según nos cuenta Valerio Máximo en Hechos memorables I, 3,3:

Cneo Cornelio Híspalo, pretor encargado de administrar justicia a los forasteros, bajo el consulado de Marco Popilio Lenas y Lucio Calpurnio, decretó que se marcharan de Roma y de Italia, en el término de diez días, los caldeos, porque, con sus falaces adivinaciones astrológicas confundían los espíritus ignorantes y crédulos, inculcándoles, con sus mentiras una especie de tinieblas de las que ellos obtenían pingües ganancias.

Más tarde para defender la estabilidad política o la continuidad en el poder de los emperadores se sucedieron las prohibiciones. En concreto Agripa en el año 33 a C. ordenó expulsar de la ciudad a magos y astrólogos (Dión Casio, 49, 43) y años más tarde el propio Augusto prohibió predecir, tanto en secreto como ante testigos, la muerte de una persona y con mayor motivo, el futuro del princeps (Dión Casio, 56, 25).

A pesar de las expulsiones de astrólogos y magos y de las prohibiciones en sus actividades fue habitual acudir a ellos tanto entre las élites de poder como entre las personas más humildes.

En la vida pública los emperadores les hacían consultas con frecuencia. Suetonio nos cuenta en Augustus 94,12 en qué momento Augusto se sintió atraído por la astrología

Durante su retiro en Apolonia, subió en compañía de Agripa al observatorio del astrólogo Teógenes; como se le había pronosticado a Agripa, que había sido el primero en consultarle, un futuro magnífico y casi increíble; él por temor o por vergüenza de que su horóscopo resultase menos brillante, callaba la hora de su nacimiento y se negaba a darla a conocer. Cuando, después de muchos ruegos, por fin los dio aunque con desgana y dudas, Teógenes se levantó y se postró ante él. A partir de este momento tuvo Augusto tanta fe en su hado que hizo divulgar su horóscopo y acuñar monedas de plata con el signo de Capricornio, bajo el cual había nacido.

Desde entonces todos los emperadores contaron con un astrólogo de confianza que formaba parte de su séquito.  Es curioso cómo conoció Tiberio a su astrólogo Trasilo Tácito Annales, 6.21:


Todas las veces que hacía consultas sobre este tema , utilizaba una parte alta de la casa y la ayuda de un solo liberto. Éste que era analfabeto y muy robusto, por una zona difícil y escarpada-pues la casa está situada sobre las rocas-precedía al astrólogo cuya pericia quería probar Tiberio, y de regreso, si había alguna sospecha de mentira o engaño, lo arrojaba al mar para que no quedara testigo alguno de su secreto. También así fue conducido Trasilo a las mismas rocas, y como al interrogatorio lo impresionó pues le adivinó claramente su reinado y su futuro, Tiberio le preguntó si también había averiguado su propio futuro, y qué le esperaba en aquel año y día. Midió él la posición y los espacios de lo astros y primero vaciló, luego se asustó y, cuanto más calculaba, más y más temblaba de admiración y de miedo; luego dice que lo amenaza un peligro poco claro pero casi definitivo. Entonces Tiberio, abrazándolo, lo felicita porque había previsto los peligros y porque iba a salir de ellos sano y salvo; y tomando su predicción como un oráculo, lo incluye entre sus amigos íntimos.

Tablas zodiacales de Grand

En la vida cotidiana, a finales de la República y principios del Imperio, era frecuente la práctica del horóscopo y la astrología entre la gente sencilla que buscaba respuesta para cuestiones bien distintas.  Juvenal en su Sátira VI critica a una mujer obsesionada con estos temas:

Recuerda que también debes evitar relaciones con aquella mujer en cuyas manos veas, como si fuese una grasienta bola de ámbar, un calendario astrológico muy estropeado. Ésta no se atreve a nada, y sin embargo, se le consulta. Ésta cuando su marido va al campamento o cuando vuelve a casa no irá con él disuadida por las predicciones del astrólogo Trásilo. Cuando le apetece que la lleven de paseo hasta el primer miliario, la hora la toma del libro de los horóscopos, si el rabillo del ojo le escuece pues se lo frotó, sólo pide colirios tras consultar el libro. Aunque esté postrada, ninguna hora le parece más adecuada para alimentarse que la que el astrólogo Petosiris haya determinado.

Los vaticinios astrológicos eran frecuentes con los nacimientos. Ovidio en Ibis 209-221 nos muestra unos terribles presagios 

Naciste desgraciado-así lo quisieron los dioses- ninguna estrella fue favorable ni propicia en tu nacimiento. Venus no resplandeció, tampoco Júpiter en aquella hora, ni la Luna ni el Sol estuvieron en el lugar apropiado. Y no te ofreció los fuegos dispuestos con suficiente provecho aquél al que parió la brillante Maya para el gran Júpiter.

Te oprimieron los astros de Marte, crueles, y que nada apacible presagian y los del anciano que porta la hoz. También el día de tu nacimiento, para que no vieses sino cosas lúgubres, fue desabrido y oscuro a causa de apiñadas nubes. Es a este día al que da en los fastos su nombre el funesto Alia*, y el mismo día que dio a la luz a Ibis trajo un desastre público.
*(el dies Alliensis era un día nefasto para los romanos. Era el  18 de julio pues ese día del año 390 a. C. fueron derrotados por los galos junto al río Alia).


Dios Fanes en el círculo zodiacal
Galería Estense. Módena

Y desde luego era importante la influencia de los astros sobre la muerte. Horacio en Carmina I, 11 nos da testimonio de ello

No indagues, Leucónoe, no es lícito saberlo,
qué plazo a ti o a mí nos han otorgado los dioses,
ni consultes los cálculos babilonios.
¡Cuánto mejor es aceptar cualquier cosa que ocurra!
Sea que Júpiter te haya reservado muchos inviernos,
ya sea éste el último,
el que ahora amansa, en los opuestos escollos, al mar Tirreno:

sé prudente, filtra el vino;
no pongas gran esperanza en el breve espacio de la vida.
Mientras hablamos habrá huido, envidioso, el tiempo.
Goza el hoy; mínimamente fiable es el mañana.