diumenge, 4 de novembre del 2012

Divorcio en la Roma antigua y la diosa Viriplaca




En época antigua el matrimonio se entendía hasta la muerte, sin embargo existe una ley atribuida a Rómulo que estipulaba las condiciones para la disolución de la institución. Solo podía recurrir a ella el marido en situaciones extremas: cuando la mujer ha intentado envenenar a los hijos, sustraído las llaves o cometido adulterio.

Si se repudia en cualquier otro caso, el marido debe dar la mitad de su fortuna a la mujer y la otra mitad será consagrada a Démeter; y quien repudia a su mujer debe ofrecer un sacrificio a los dioses infernales. La mujer no puede hacer uso de esta ley, si se marcha de la domus, ha de hacerlo sin llevarse nada y renunciando a los hijos. 

El texto de Plutarco, Vida de Rómulo 22 dice


Promulgó también algunas leyes, de las cuales muy dura es la que no permite a la mujer repudiar al marido, concediendo a éste despedir la mujer por envenenar los hijos, por falsear las llaves y por cometer adulterio; si por otra causa alguna la despedía, ordenábase que la mitad de su hacienda fuese para la mujer, y la otra mitad para el templo de Ceres; y que el que así la repudiase hubiera de aplacar a los Dioses infernales.


Veamos estas disposiciones:


-envenenamiento de los hijos. Parece que no se refiere al envenenamiento de un niño ya vivo, sino a tomar algún fármaco abortivo.

-sustracción de las llaves. Las mujeres tenían el control sobre todas las llaves de la casa, con excepción de la bodega ya que para ellas estaba prohibido beber vino. Hay varios pasajes que nos ilustran esta prohibición y las terribles consecuencias que conllevaba no cumplirla.


Casa de Eustolio. Chipre. s.V 

Existe una anécdota contada por el historiador Fabio Píctor (finales del siglo III a C.) y transmitida por Plinio el Viejo en Historia Natural XIV, 14, 2 sobre una mujer romana que abrió el lugar donde se encontraban las llaves de la bodega. Su castigo, determinado por el consejo de la familia, fue morir de hambre.


En Roma no era lícito que los mujeres bebieran vino. Entre las varias anécdotas relacionadas con este tema, nos encontramos con que la esposa de Egnatius Mecenius fue asesinada por su marido con un palo, porque había bebido un poco de vino de la cuba, y que fue absuelto del asesinato de Rómulo.[La misma anécdota la cuenta Valerio Máximo, VI, 3, 9]. Fabio Pictor, en su Libro de los Anales, ha declarado que una dama, por haber abierto una bolsa en la que las llaves de la bodega se guardaban, fue condenada a morir de hambre por su familia, y nos dice Catón, que era del uso de los parientes varones de las hembras dieran un beso, con el fin de comprobar que olía a "temetum," porque fue con ese nombre que el vino era conocido entonces, donde nuestra palabra "temulentia", que significa borrachera.

A principios del siglo II a. C. si una mujer bebía vino, podía ser repudiada pero no era condenada a muerte. Plinio (op.cit) nos cuenta que el último divorcio que ocurrió por este motivo fue en la pretoría de Domicio Ahenobarbo

...habia bebido más vino de lo indispensable para su salud, y sin el conocimiento de su marido, por lo que la condenó a la pérdida de su dote.


Durante mucho tiempo existió el ius osculi, el derecho al beso que las mujeres de buena familia recibían de sus parientes, para comprobar que su aliento no olía a vino
Entre los romanos, como dice Polibio en el libro sexto, se prohíbe a las mujeres beber vino; ellas beben el llamado “passos”, elaborado con pasas, parecido al vino dulce que se bebe en Egóstones y al vino de Creta; por esto, cuando la sed las abrasa, toman este sucedáneo. Y es imposible que pase desapercibida la mujer que ha tomado vino: en primer lugar, nunca disponen de él, y además, debe besar a sus padres, a sus suegros y aún a sus sobrinos, y esto cada día, en el mismo instante que los ve por primera vez. Asimismo al no saber con quién conversará, con quiénes se encontrará, toma sus precauciones, porque la cosa, sólo con que haya probado un poco de vino, no necesita acusación ante el juez
(Polibio, VI, 11 a y Ateneo X, 56)


-cometer adulterio: es la máxima ofensa hecha al marido y la familia pues supone un crimen contra la pureza de sangre.


El divorcio era muy poco frecuente, por lo menos hasta el siglo III a C. En Aulo Gelio, Noches Áticas 4,3,1 se nos dice:

Es tradición que quinientos años después de la fundación de Roma no había ni procesos ni garantías sobre la restitución de los bienes de la esposa, ni en la urbe ni en el Lacio, pues no se tenía necesidad alguna de ello, al no haberse dado todavía ningún divorcio.

Así mismo nos comenta el que debió ser uno de los primeros divorcios, el de Carvilio Ruga.

También Servio Sulpicio, en el libro que compuso sobre las dotes escribió que la primera vez que se consideraron necesarias las garantías de los bienes de la esposa fue cuando Espurio Carvilio, que tenía por sobrenombre Ruga, varón de origen noble, se divorció de su esposa, dado que por un problema de esterilidad no podía tener hijos de ella. Esto ocurrió en el año 523 desde la fundación de la ciudad, cuando eran cónsules Marco Atilio y Publio Valerio. No obstante, se cuenta que este Carvilio, si bien amaba sobremanera a su esposa de la que se divorció y la tenía por la más preciada debido a su virtud, tuvo que poner por delante su deseo y amor al juramento que había hecho, obligado por los censores, de que buscaría una esposa para tener hijos.


Hasta entonces cuando un matrimonio tenía problemas acudían a un juez bastante especial para que favoreciera la conciliación, la diosa Viriplaca " la que aplaca a los hombres", que tenía un templo en el Palatino. Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, II, 6:


Cada vez que tenía lugar una discusión entre marido y mujer ambos se dirigían al templo de la diosa Viriplaca, situado en el Palatino y allí, después de decirse mutuamente lo que les venía en gana, deponían su encono interior y volvían a casa reconciliados. La diosa debe ser venerada, y no sé si también obsequiada con nuestros más personales y mejores sacrificios como guardiana de la paz doméstica cotidiana. Su mismo nombre expresa, sin querer herir la igualdad del mutuo amor, el honor que las mujeres han de tributar a la supremacía de los hombres.





Sin embargo a finales de la República, la diosa va perdiendo su poder e influencia y los divorcios aumentan sensiblemente. En el Digesto 24, 2,2,1 encontramos las fórmulas tradicionales para manifestar el repudio:  Tuas res tibi habeto! (Coge tus cosas!).

1. In repudiis autem, id est renuntiatione comprobata sunt haec verba: "tuas res tibi habeto", item haec: "tuas res tibi agito"

Terminamos con una anećdota relacionada con el divorcio de Paulo Emilio que nos cuenta Plutarco en Vidas paralelas, Paulo Emilio, IV  y que ha dado lugar a la expresión Solo yo sé donde me aprieta el zapato..


J.W. Godward
IV. Casóse con Papiria, hija de Masón, varón consular, y después de haber vivido en su compañía largo tiempo, disolvió aquel matrimonio, no obstante haber tenido de ella una ilustre sucesión, pues que dio a luz al célebre Escipión y a Fabio Máximo. Causa escrita de este repudio no ha llegado a nuestra edad, pero quizá fue uno de aquellos que hicieron cierta una especie que corre acerca del divorcio. Había un Romano repudiado a su mujer, y le hacían cargo sus amigos, preguntándole: “¿No es honesta? ¿No es hermosa? ¿No es fecunda?” Y él, mostrando el zapato, al que los Romanos llaman calceo, les dijo: “¿No me viene bien? ¿No está nuevo? Pues no habría entre vosotros ninguno que acertase en qué parte del pie me aprieta”. Y en verdad que por grandes y conocidos yerros se separaron algunos de sus mujeres; pero los tropiezos, aunque pequeños, continuos, de genio y diferencia de costumbres, éstos se ocultan a los de afuera, y engendran, sin embargo, con el tiempo, en los que viven juntos, desazones insufribles. 


2 comentaris:

Apiciu ha dit...

Muy interesante lo que narra de las mujeres y el vino.
Ahora son las madres que esperan el beso de madrugada de sus vástagos, chicos o chichas, para sutilmente olfatear el aliento y ver en que condiciones llegan.
Que pase buen día a pesar del gobierno.
Saludos

Amparo Moreno ha dit...

Tiene razón, Apicius. Gracias por su aportación tan actual.
Saludos cordiales