diumenge, 27 de febrer del 2011

La cápsula de tiempo del Colegio Cervantes

Las cápsulas de tiempo son recipientes en los que se guardan mensajes y objetos del presente para que sean encontrados por generaciones futuras. Algunas son fortuitas, aquellas que nos han llegado sin intención por parte de nuestros antepasados. Se conocieron sobre todo en el siglo XVIII y en las primeras décadas el siglo XIX debido a los grandes descubrimientos de la arqueología:


  • la riqueza del antiguo Egipto y los tesoros de sus sarcófagos y momias
  • Pompeya, Herculano y Stabia, ciudades sepultadas por cenizas y piedras volcánicas arrojadas por el Vesubio, que se han convertido en verdaderas cápsulas del tiempo no intencionadas, y han conservado durante siglos edificios, objetos, restos de comida, incluso animales y personas.Todos ellos nos revelan con claridad la vida cotidiana, las costumbres y el arte de estas ciudades.

Otras son cápsulas de tiempo intencionadas nacen de la necesidad a lo largo de la historia de dejar nuestros legados culturales, históricos y científicos para generaciones venideras. Hay testimonios de notable antigüedad en los que vemos antecedentes de ellas. Gracias a José Luis Pellicer he conocido que en Mesopotamia existía una curiosa tradición a la hora de construir monumentos, la de colocar entre sus cimientos (pero en lugares supuestamente accesibles para futuros descubridores) una serie de cilindros fundacionales cuyo objetivo no sólo sería de carácter dedicatorio para las divinidades a cuya protección estaría encomendado el edificio en cuestión, sino también para transmitir información a un futuro monarca que emprendiera la restauración del monumento, ya que al ser el material de construcción la arcilla y no la piedra, los edificios necesitaban frecuentes reparaciones o reconstrucciones.

Estas inscripciones fundaciones que tenían forma de cilindros, prismas, conos y ladrillos inscritos, se colocaban dentro de las paredes envueltos en los llamados estuches de fundación, a la espera de ser rescatados en un tiempo futuro e indeterminado, como auténticas cápsulas de tiempo.

Una inscripción de Sargón II (721-705 a. C.) dice:

“Sobre tablillas de oro, plata, bronce, estaño, plomo, lapislázuli y alabastro inscribí mi nombre y los hice colocar en los muros de fundación (= cimientos). Que un príncipe futuro pueda llevar a cabo la restauración de sus ruinas, y que pueda inscribir su estela y alzarla junto a la mía. (Entonces) el dios Assur escuchará sus oraciones”.

Inscripción citada en D. G. Lyon, Keilschrifttexte Sargons II, Königs von. Assyrien. Leipzig 1883]. 23-34 y 52

Estas tradiciones también tienen un trasfondo político que era aprovechado por los monarcas. Con la restauración del templo el nuevo rey fijaba su legitimidad y continuidad respecto a las dinastías anteriores ante dioses y hombres.






Con motivo del centenario del Colegio Cervantes, el colegio de mi niñez, se va hacer una exposición para la que han solicitado a los antiguos alumnos fotografías o papeles del cole. Así que bucée en los cajones de casa y al tener de nuevo en mis manos algunos de mis cuadernos, boletines de notas y fotos...(¡menudas pintas!!) fue como abrir una cápsula del tiempo y descubrir mi propia infancia. De nuevo te vienen a la mente recuerdos de compañeras y compañeros, de profesores, de alguna trastada, del concurso de redacción de Coca-cola, de la participación en el Un, dos , tres,... del viaje a Mallorca... momentos inolvidables que tenías en un rincón de la memoria y que de repente aparecen totalmente vivos.

Esto me hizo pensar que estaría bien hacer algo que contribuyera a rescatar del olvido algún aspecto de su larga historia y desvelar algún secreto de su cápsula del tiempo y....descubrí que realmente tiene una!!!

Dado que justo frente al colegio están los jardincillos de Guillén de Castro y el monumento-fuente a Cervantes, comencé preguntándome ¿qué fue primero el Colegio o el monumento-fuente?

En realidad la suerte de la fuente y del colegio Cervantes han ido parejas desde sus orígenes que se remontan a la conmemoración del III Centenario de la publicación de la primera parte de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, celebrada el 7 de mayo de 1905 en Valencia debido a la vinculación de la ciudad con esta obra de Cervantes.

Para celebrar este hecho el Ayuntamiento determinó la construcción de unas escuelas graduadas con el nombre de Cervantes en los solares del viejo matadero municipal, situado en la calle Guillén de Castro, frente al mercado de abastos.

Con el objetivo de organizar los actos del centenario, se nombró una junta mixta que, presidida por José Aguilar y Blanch, estaba constituida, por representantes del Ayuntamiento y de las sociedades literarias. La Junta decidió erigir un monumento a Cervantes frente a las futuras escuelas, que se solicitó al escultor valenciano Mariano Benlliure.

La celebración del 7 de mayo de 1905 comenzó con una manifestación cívica desde el Ayuntamiento

Banderolas y estandartes, alumnos de escuelas públicas y privadas, representantes de entidades culturales, recreativas y mercantiles valencianas. Precedido por los timbales y clarines, el Ayuntamiento en corporación bajo mazos. Eran portadores de la “senyera” que había sido sacada de la Casa de la Ciudad con el ceremonial acostumbrado” (“Las fiestas centenarias del “Quijote” en Valencia”, Las Provincias, 8 mayo 1905, p. 1.)

Se dirigieron hacia la iglesia de San Martín, cerca de donde estuvo la imprenta de Pedro Patricio Mey que imprimió la edición valenciana de El Quijote, y que también publicaría en 1616 la segunda parte de la novela, pocos meses después de haber aparecido en Madrid. En aquel lugar descubrieron una lápida conmemorativa, que ahora podemos ver en la calle San Vicente esquina a la Plaza de la Reina.



Aquí se imprimieron por Patricio Mey 1605-1616 la primera y segunda parte del famoso Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. El Excmo. Ayuntamiento de Valencia colocó esta lápida el 7 de mayo de 1905 para conmemorar el tercer centenario



Después por Santa Catalina, calle de Zaragoza, plaza de la Constitución, calle de Caballeros y Cuarte llegaron hasta el jardincillo de Guillén de Castro, donde había gran afluencia de público. En el centro del jardín se había instalado el boceto en yeso del monumento a Cervantes, realizado y regalado por Benlliure a la ciudad de Valencia, en un generoso gesto del escultor en homenaje al escritor y a la ciudad que conmemoraba su obra. Sobre unos grandes libros del autor, que transmiten con su volumen el peso de la obra, emerge la figura estilizada del más grande personaje de la quimera, reconocible pero etérea, que alza al mundo el busto de su creador.

Los alumnos de las escuelas municipales cantaron el Himno a Cervantes, con música de Salvador Giner y letra de Teodoro Llorente. El Sr. Serrano Morales, delegado de Instrucción Pública, leyó un documentado discurso sobre Valencia, Cervantes y el Quijote, en el que rememoró episodios de la vida del escritor, mencionó pasajes de las obras de Cervantes en que hace referencia a Valencia y a sus literatos, y acabó con unas palabras de elogio a Valencia, que por su cultura, ilustración y amor a las letras se la ha ensalzado en el transcurso de los siglos, ha creído ahora que no podía celebrar este centenario de modo más digno, laudable y conveniente, que colocando la primera piedra de un hermoso edificio a la enseñanza consagrado( “Las fiestas Centenarias del “Quijote” en Valencia”, Las Provincias, 8 mayo 1905, p. 2.)

Se procedió entonces a la inauguración de las obras del primer grupo escolar graduado que erigía el Ayuntamiento: la “Escuela de Cervantes” con la colocación de una cápsula del tiempo en los cimientos del edificio: se puso una caja de plomo que contenía el acta en pergamino, diferentes monedas en curso, ejemplares de los periódicos locales y una biografía de Cervantes. La piedra era bendecida por el canónigo Constantino Tormo, y el Alcalde José Ordeig y Ortega arrojaba las pertinentes paletadas de mortero. Los niños tuvieron merienda, y se les entregó un ejemplar de la biografía de Miguel de Cervantes, recibiendo los alumnos más destacados un ejemplar, también, del Quijote.

Imagen de la cápsula del tiempo hallada en 2009 bajo la estatua de Cervantes en Madrid que fue depositada el 11 de diciembre de 1834, y contenía: El Quijote del año 1810, el Estatuto Real para las Cortes del Reino de 1834, ediciones de la Gaceta de Madrid (actual BOE), un Diario de Avisos de Madrid de ese mismo año, un libro calendario manual y guías de forasteros, editado en la Imprenta Real; una biografía del General Mina, guerrillero español que luchó en la guerra de Independencia y fue fusilado en 1817 en México; un manuscrito, algo más deteriorado; un libro sobre la vida de Cervantes y ocho paquetes pequeños, que probablemente sean monedas.

Así pues en 1905 vieron la luz las obras tanto del colegio como de la estatua, pero mientras la actividad escolar comenzó en 1910, ¿qué ocurrió con la estatua de Cervantes?

Al año siguiente fue fundida en bronce, ya que la obra está fechada y firmada por su autor en Madrid en 1906. Sin embargo en febrero de 1909 el Ayuntamiento acordaba que se instalase el monumento a Cervantes en la Plaza del Picadero, actual del pintor Pinazo, hasta que las circunstancias permitieran su emplazamiento definitivo frente al colegio.


En septiembre de ese año 1909 se colocó la escultura sobre los sillares que por indicación del escultor se colocaron en el sitio primitivo, levantándolo por medio de un zócalo de hormigón”( A.H.M. Monumentos, 1909, Exp. 10.)

En esta plaza permanecería durante muchos años con pequeños cambios en su aspecto. Así en 1916 se colocó un macizo de plantas a su alrededor, y una verja provisional. (Las Provincias, 18 noviembre 1916, p. 1, “Noticias del Ayuntamiento. Ornato y guarda).


Y allí se hubiera quedado a no ser por la determinación del profesorado del Grupo Escolar Cervantes, que conllevaría el traslado definitivo de la obra. El 5 de diciembre de 1924, en un escrito al Ayuntamiento de Valencia, manifestaban:

Cuando se inauguraron estas escuelas, una de las cosas con que Valencia honró la memoria de Cervantes en las fiestas tricentenarias de la publicación del Quijote, el genio de Mariano Benlliure concibió y realizó un grupo escultórico de Cervantes y del Quijote que se colocó frente a las escuelas, en el antiguo Mercado de Abastos y con la intención de que las generaciones de niños que fueran pasando por ellas pudieran contemplar a diario la mencionada escultura; que el Excmo. Ayuntamiento con gran acierto entonces, trasladó el grupo escultórico para quien no era marco ajustado un Mercado de Abastos, a la llamada plaza del Picadero; que hoy no existe ya razón alguna que justifique, según el leal entender de los exponentes, que los niños sigan privados de su estatua, pues ha desaparecido el citado Mercado de Abastos...”( A.H.M. Monumentos, 1924, Exp. 27.208) y tras otras consideraciones, solicitaban, de acuerdo a su “conveniencia social”, se rotulase el edificio con el nombre de Cervantes, se trasladara allí el grupo escultórico, y que se transformase el antiguo solar de abastos en jardín o parque infantil, pues, según describen, era amplio y estaba poblado de árboles pero permanecía en estado de abandono.


Comenzó entonces una prolongada sucesión de trámites administrativos hasta que el 26 de marzo de 1931, después de veintiséis años se cumplía el acuerdo del Ayuntamiento. El monumento a Cervantes ocupó su definitivo emplazamiento frente al colegio, y desde finales de los años sesenta rodeado por una fuente que engrandece el conjunto.






Esta tradición de las cápsulas del tiempo no es en absoluto anticuada, en la actualidad es fácil encontrar noticias relativas a ellas pues muchas ciudades y países las instalan para celebrar algún acontecimiento especial, por ejemplo: Barcelona, Argentina, Chile, y otros lugares incluso hay interesantes propuestas a nivel mundial en concreto el satélite KEO, que es una cápsula del tiempo que será lanzado en el año 2011 llevando nuestros mensajes y volverá a la tierra en 50.000 años, cuando podrán leerse.

Es fácil mandar un mensaje, ¿nos animamos? o ¿confeccionamos nuestra propia cápsula del tiempo?. ¡¡ Eso sí que es complicado!! pues qué seleccionaríamos como representativo de nuestro tiempo y digno de recuerdo?



6 comentaris:

Charo Marco ha dit...

Amparo un artículo muy curioso.

Felicidades.

Es difícil decidir qué poner en una cápsula del tiempo.

Besos

Amparo Moreno ha dit...

Desde luego que es complicado, yo no sabría elegir.
Aprovecho para agradeceros a los dos, vuestra ayuda con la documentación histórica. Plurimas gratias!!

Elena GP ha dit...

Qué chulo, Amparo!!!! Mañana se lo enseño a Lara, le va a encantar. Supongo que estaría muy bien lo de la cápsula, para dentro de cien años más. Podemos meter alguna libreta, que igual dentro de un siglo ya no se gastan... (aunque ganas me dan de meter a alguien dentro...)
Unbeso, y gracias por tu magnífico trabajo.

Amparo Moreno ha dit...

Buena idea lo de la libreta, quizá en cien años se habrán extinguido.
Lo apunto, a ver si se nos ocurren más cosillas...
Besos y gracias por tus palabras

Salva ha dit...

No hay que pensar demasiado en mi caso.
Yo en la cápsula del tiempo dejaría muchas rosquilletas de cacahuete y un par de guantes en recuerdo de los buenos tiempos.

Amparo Moreno ha dit...

Sí, sí!! rosquilletas de cacahuete y unas cuantas de soja!! pensaremos cómo momificarlas. Bueno, en realidad con el frío que pasamos igual se conservan criogenizadas....