dilluns, 27 de febrer del 2012

Laurion


Es necesario saber que los griegos empezaron a explotar los minerales de su subsuelo muy pronto. Desde época micénica extraen el estaño y el cobre indispensables para la fabricación del bronce. Es por esto, precisamente, que se le da el nombre de Edad de Bronce a este período. También fue conocida la explotación de la plata, considerada un mineral raro y, por tanto, valioso y caro. La Ilíada y la Odisea hacen escasa referencia a ella. A lo largo del siglo VIII entraron en contacto con otras civilizaciones con las que comerciaban y de las que obtenían todo aquello que necesitaban para su desarrollo: las principales fuentes de hierro conocidas se encontraban en Etruria y al Norte de la actual Turquía, en las orillas del Mar Negro.

En Grecia continental, los yacimientos de minerales eran escasos. Podía encontrarse algo en Laconia y en el Sur de Ática, en las montañas de Laurion. La región de Laurion es conocida por sus antiguas minas de plomo argentífero. Estas minas cubren una zona que va desde Thorikos en el norte, y siguiendo la línea de la costa de Sunion, hacia el sur de Ática. Laurion era una de las minas más grandes; Thorikos fue una de las primeras en ser descubiertas y exploradas ya desde la Edad de Bronce. Antes de que los griegos dieran con ellas utilizaban el metal proveniente de las minas de Tracia y Macedonia.

Las excavaciones efectuadas a partir de 1820 han permitido descubrir huellas de la actividad minera y metalúrgica sobre la vertiente oeste de la colina. El importante desarrollo del centro urbano de Thorikos en los siglos V y IV a. C., en la época de la explotación más intensiva de los filones argentíferos de Laurion, está relacionada con dichas actividades mineras. La construcción de su teatro data de esta época y numerosos talleres de tratamiento del mineral se hallaban en las cercanías del centro urbano. Pero, durante el III milenio las zonas en las que se extrajeron minerales - tanto plata como cobre- se concentraron, además, en las Cícladas. En ellas, se han hallado restos que ponen de relieve la explotación de muchos de estos recursos durante el Cicládico Antiguo, etapa en la que se estaban explotando las galenas argentíferas de Sifnos (Ayios Sostis). En estas minas, que son las que mejor se conocen, se encuentran galerías a las que se accede mediante pozos verticales. Algunos de estos pozos debieron abrirse inicialmente como sondeos, otros se hicieron más tarde para ventilación y para poder sacar el mineral. Se explotaron intensivamente por su riqueza en galenas argentíferas que proporcionaban plata y plomo. En estas minas, son todavía visibles las marcas de los martillos en las paredes de las galerías, producto de la utilización de herramientas especiales de piedra que eran importadas a la isla como útiles de minería.

La transformación del mineral debía hacerse en la propia isla y no lejos de las minas, a juzgar por la acumulación de escorias y los grandes hoyos localizados en Ayios Sostis. Aquí se ha descubierto la presencia de litargirio (un óxido de plata que se produce en el momento del refinado de este metal). Para obtener alrededor de tres kilos de plata era preciso trabajar una tonelada de mineral. Para este penoso y laborioso trabajo se empleaba mano de obra esclava: en el siglo V aC, las minas de Laurion empleaban entre 20000 y 30000 esclavos.

Pero, respecto a Laurion, ¿cuándo empezó realmente la explotación minera? La historia y algunos aspectos de la geología de Laurion han sido largamente estudiados por muchos académicos, entre los que podemos citar a E. Ardaillon (Les mines du Laurion dans l´Antiquité. Bibliothèque des Écoles Françaises d´Athènes et de Rome. Paris, 216 p 1897) y R. J. Hopper (The Attic Silver Mines in the Fourth Century B.C. 1968). Estos estudios han tenido como objetivo fijar una fecha de inicio de la explotación minera de este lugar. El asunto ha sido motivo de una larga controversia y diferentes opiniones. Pero, quizás, la mejor evidencia arqueológica al respecto proviene de las excavaciones en Thorikos, emplazada sobre una colina que actualmente es llamada Velatouri, en las proximidades de la bahía de Laurion.

Probablemente, la decisión de establecer un asentamiento en Thorikos ya en la Edad de Bronce se debió a su excelente puerto, su posición favorable a la defensa y sus posibilidades para el control de la región minera del sur de Ática. Las excavaciones llevadas a cabo bajo la dirección de H. F. Mussche (Thorikos: a Mining Town in Ancient Attika) han demostrado que existen al menos cinco tumbas micénicas en la Acrópolis, de las que la más antigua data al menos de la primera mitad del siglo XV aC, y se ha demostrado que la Acrópolis estaba ya habitada desde el 2900 aC.

En las laderas más bajas de la colina de Velatouri, las excavaciones han revelado una gran zona densamente poblada que data de los siglos VII-III aC. Esta zona se concentra alrededor de los talleres en los que se trabajaba el plomo y la plata a partir de finales del siglo V aC. Se han hallado, al menos, cinco lavaderos de mineral que datan de este mismo siglo, y las antiguas minas de donde se extraía el mineral también se han encontrado y explorado en parte.

Para nuestro propósito, sin embargo, los hallazgos más importantes se han realizado en las excavaciones de la necrópolis y en la Acrópolis. En la excavación de la necrópolis oeste, que había estado en uso desde los tiempos del protogeométrico, se encontraron los restos de una casa. En la sala más grande de esta casa se encontraron una piedra de moler y un oenochoe del período protogeométrico; se hallaron también dos cuencos junto con fragmentos de cerámica de los cuales uno tenía una decoración con esvásticas separadas por una línea ondulada. Uno de los cuencos contenía litargirio, cuyo análisis ha mostrado un porcentaje del 0,0001% de plata (la galena de Laurion contiene normalmente de 0,13 a 0,30%) por lo que debe de tratarse de restos de copelación de este metal, la evidencia sugiere que al menos hubo explotación en Laurion en el siglo IX aC.

En las excavaciones en la cumbre de Velatouri, en las ruinas de una casa perteneciente al Heládico Medio, se encontraron cuatro tortas de plomo (que probablemente cayó como metal fundido en el suelo de tierra batida), dos fragmentos de litargirio y escoria. Se encontraron muchos fragmentos de cerámica de consumo pintada de minio, que no es otra cosa que óxido de plomo, perteneciente a este período; algunos fragmentos del período Medio Cicládico y algunos fragmentos de obsidiana, lo que sugiere un contexto entre los años 2000 y el 1600 aC En el nivel inferior Servais (Mussche, H.F. ; Bingen, J.; Servais, J. ; Hackens, T.,Thorikos 1963. Rapport préliminaire sur la première campagne de fouilles) encontró un tiesto que puede ser datado hacia 1550 a 1520 aC. El conjunto de hallazgos le llevó a fechar los restos de plomo y litargirio hacia el final del siglo XVI aC. Esta es la mejor evidencia arqueológica que hasta el momento poseemos para la datación del inicio de actividades en Laurion y la fecha más temprana para el proceso de copelación en la región de Ática.

Las vetas superiores de las minas de plata son mucho menos ricas que las de abajo, y hasta principios del siglo V los atenienses solo sabían de estas vetas superiores. Cuando las vetas más ricas fueron descubiertas en el 483-82, se produjo un golpe de suerte para el Estado ateniense que permitió a Atenas enriquecerse de nuevo y convertirse en uno de los estados más importantes de Grecia. Este descubrimiento dio lugar a un aumento masivo de la actividad minera de Laurion. Temístocles convenció a los atenienses de gastar estos ingresos en la construcción de una nueva flota de trirremes que se utilizaron para derrotar a los persas en Salamina en el 480 aC. La invasión espartana del Ática, a principios de la Guerra del Peloponeso interrumpió las operaciones mineras en los años 430-427 aC. y hasta el final de la guerra, en el 404. Según Tucídides, 20.000 esclavos atenienses abandonaron cuando tuvieron la oportunidad, siendo muchos de ellos trabajadores de las minas y de las procesadoras de mineral. El trabajo arqueológico ha confirmado que el abandono de los trabajos en la mina se produjo a finales del siglo V y probablemente no se reanudó la actividad a la escala anterior a la guerra hasta el segundo trimestre del siglo IV. En la década del 350, Jenofonte, en su tratado Sobre los ingresos, abogaba por el aumento de la actividad minera, argumentando que las minas fueron poco explotadas por falta de inversión de capital, y que, con otros 10.000 esclavos podría haber un gran aumento en la producción.

No obstante, los filones se agotaron poco a poco, llegando a ser mucho menos importantes en el siglo IV a. C. Conoció una recuperación en 355, pero en la época de la ocupación romana, los ingresos obtenidos eran inapreciables.


Fotografías por orden de aparición:

1.- mapa de la región de Ática

2.- entrada a las minas de Sifnos

3.- martillo de minero de Sifnos

4.- Lavadero de mineral en Thorikos

5.- plano del asentamiento de Thorikos. Marcada la localización de las minas y los talleres

6.- matlockita-anglesita de Thorikos

7.- nealita-paralaurionita de Thorikos

8- entrada de una de las minas en Thorikos





diumenge, 19 de febrer del 2012

Fornacalia, por la fertilidad y su simbología



En la primera quincena de febrero se celebraban en Roma las Fornacalia, fiestas en honor de la diosa Fornax, encargada de los hornos y del secado y tostado de los cereales. Se trata de una festividad muy antigua ya que según la tradición fue instituida por Numa.  Así Plinio en Naturalis Historia XVIII, 2, 8 nos dice

Él fue, también, quien instituyó los Fornacalia, festivales caracterizados por el uso del grano tostado.

Son unas popularia sacra según afirma Festo en p 28 L, siguiendo a Laebón, como las Parilia, Laralia y la porca praecidanea, en las que participan todos los ciudadanos y no están reservadas a unas familias determinadas.

El origen nos lo explica Ovidio, 2 513-532: Nuestros antepasasados sembraban escanda, cosechaban escanda y eran las primicias de la escanda recolectada lo que ofendaban a Ceres. Siguiendo los dictados de la experiencia, comenzaron a tostar los granos, pero a causa de su impericia sufrieron frecuentes calamidades. En efecto, unas veces, en lugar de escanda lo que barrían eran negras cenizas; otras, el fuego les devoraba incluso las propias cabañas. Fornax fue elevada a la categoria de diosa. Los campesinos felices de contar con Fornax, les suplican que les dé el punto exacto de torrefacción de sus cosechas.

Era una fiesta móvil celebrada de manera independiente por cada una de las 30 curias en la fecha que determinaba para cada una el Curio Maximus y que se anunciaba mediante unas tablillas en el foro en las que se hacía constar fecha, hora y lugar para cada curia. Ovidio dice (op. Cit) Hoy día, el Curio Máximo, anuncia públicamente , con las palabras rituales, la fiesta de Fornax, pero no celebra la fiesta en fecha fija. En el foro, en ls numerosas tablillas que en su entorno se cuelgan, cada una de las curias escribe las anotaciones oportunas.

Pistrinum- Horno pompeyano

Sabemos por Festo-Paulo 82 L que en esta fiesta después de realizar un sacrificio, tostaban el grano en los hornos de los molinos o en sus propias casas,

Las Fornacalia son una celebración instituida para la torrefacción del grano, porque ese día solía realizarse un sacrificio ante el horno que hay en los molinos.

Horno pórtatil
Por lo tanto parece ser que en la propia familia, la fiesta consistía en un sacrificio ante el horno, seguido de una comida en la que la harina era el elemento principal. Por otra parte fuera del ámbito familiar la fiesta tenía como objeto la purificación de los campos, ante la próxima cosecha y la consagración de sus límites respectivos.

Dionisio de Halicarnaso II, 23 nos habla sobre el funcionamiento de las curias y detalla la organización de alguna fiesta, del estilo de las fornacalia, destacando que en ellas lo habitual era pan de cebada, tortas de escanda y primicias de frutas en sencillos cestos y platos de barro, sin ostentaciones.

Aquellos a los que se les pasaba el día correspondiente a la curia a la que pertenecían, tenían una última oportunidad el 17 de febrero por lo que este día se llamaba stultorum feriae, fiesta de los tontos. Así nos lo tramiten Ovidio y Plutarco

Los tontos del pueblo no saben a qué curia pertenecen, y por ello celebran el último día la  fiesta que han ido difiriendo. (Ovidio, Fasti II)

¿O a quienes por sus ocupaciones, o por estar ausentes de la ciudad, o por ignorancia, no habían realizado el sacrifico, como los demás, al mismo tiempo que lo había hecho su tribu en las Fornacalia, se les dio la oportunidad de cumplir el ritual en esta fecha?. 
(Plutarco, Quaestiones Romanae,  89)

Debemos tener en cuenta que la diosa Fornax sería una divinización del horno en sí que solo es mencionada por Ovidio y posteriormente por Lactancio en Institutionum divinarum, I, 20, 35

Quis non rideat Fornacem deam, uel potius doctos uiros celebrandis Fornacalibus operari? Quis, cum audiat deam Mutam, tenere risum queat?

Ovidio, 6 314 antaño los campesinos solo tostaban la escanda en sus hornos y la diosa Fornax tenía su fiesta particular.

La explicación al hecho de la divinización del horno nos llega del sentido último de la fiesta ya que es, una acción de gracias por la cosecha y pero también una exaltación de la fertilidad de la Madre Tierra. Así leemos en El mito de la mujer, el horno, el hombre y el viento, de Genaro Chic García

Como sucedía con los minerales, el hombre podía celebrar rituales de magia simpática que le sirvieran para, ayudando a la divinidad productora de los cereales, garantizar la madurez de unos granos que en ese momento estaban empezando a tomar forma. Es lo que sucedía en Roma en el festival de los fornacalia, celebrado aproximadamente en la misma época del año que los ritos de fecundidad de los lupercalia, y durante los cuales el grano incipiente era horneado para facilitar la labor de la primavera, que los habría de convertir en granos perfectos aptos para la alimentación de los hombres. Y por supuesto el símbolo principal representado por el horno, con ese carácter sexuado que se le otorgaba, era la mujer. Ella era la que producía en su "horno" interno ese pan o pastel que constituía la vida humana y que ha quedado patente en la palabra alemana que equivale a la española placenta: Mutterkuchen, el pastel (Kuchen) de madre.

El término placenta, en latín designaba un pastel plano, pasó a nombrar por su semejanza en la forma al órgano efímero que relaciona estrechamente al bebé con su madre y atiende las necesidades de respiración, nutrición y excreción del feto durante su desarrollo.

Actualmente existen pasteles de forma plana llamados palatschinken derivados de la palabra placenta romana, pastel cuya receta nos ha transmitido Catón el Censor autor del tratado De Agricultura. Para la parte externa se emplea harina de trigo y espelta, y para el relleno, una mezcla de queso, miel y especias. Se iba colocando por capas sobre hojas de laurel untadas en aceite y se servía con mucha miel. La receta completa de la placenta romana y su adaptación la tenemos en en el blog De Re Coquinaria.  

En el trabajo de José Manuel Pedrosa, El herrero, las cabrillas y el horno: léxico y simbolismo eróticos en La Lozana Andaluza (XIV) y el Quijote (11:41). CRITICÓN, 80, 2000, pp. 49-68., encontramos otros testimonios literarios, semánticos y relativos al psicoanálisis del horno como una metáfora del sexo femenino. Veamos algunos de ellos:

1. Por ejemplo en textos literarios de gran antigüedad como el este fragmento del Poema de Gilgamesh, escrito en lengua acadia en Babilonia antes del 1500 a. C., en el que el héroe rechaza la seducción de la diosa Ishtar:

¡No! ¡No te quiero
como esposa!
Porque eres sólo un horno
que se apaga con el frío,
una puerta oscilante
que no resiste ni corrientes de aire ni vientos

O como en la comedia la Paz de Aristófanes (siglo V a. C.) donde leemos

TRIGEO: Vamos, tú, deja en el suelo primero tus tramoyas (FIESTA deja caer sus vestidos, queda desnuda). Consejo, Prítanis, contemplad a Fiesta. Mirad qué felicidades os traigo y os entrego, para que enseguida alcéis en alto sus dos piernas y luego celebréis el Levantamiento. Y mirad ese hornillo.
ESCLAVO: ¡Ay, qué hermoso!
TRIGEO: Por eso está ahumado: es que antes de la guerra el Consejo tenía en él sus trébedes.

2. Otra prueba de ello es el valor semántico dado a la palabra horno que ha sido considerada muchas veces como un eufemismo genital. Así, en catalán, tanto forn como boca de forn designan el sexo femenino, y por ejemplo en inglés la expresión she has a bun in the oven, es decir, «ella tiene un bollo en el horno» se entiende como «ella está preñada»

3. También el psicoanálisis establece la vinculación del horno y del sexo femenino en muchas culturas, como nos dice Wolfgang Lederer, The Fear of Women (Nueva York-Londres: Gruñe & Statton, 1968), p. 118

El pan en el horno es el niño en el útero, y la molienda del trigo y el cocimiento del pan son labores que corresponden a la mujer en todas las sociedades primitivas... Y la vasija hecha de la materia de la Madre Tierra, cocida en el horno, destinada a convertirse también en oscuro recipiente, es la misma mujer, y por eso suele muchas veces tener la misma forma que tiene la mujer.

Por si os animáis  a celebrar la fiesta de Fornax con la elaboración de algunos platos de cereales, os aconsejo que visitéis el blog De Re Coquinaria, donde hallaréis algunas recetas muy adecuadas para las fornacaliaEso sí, invocad bien a Fornax...que no os queden como este pan pompeyano....


Museo de Boscoreale


Salutem plurimam!!












diumenge, 12 de febrer del 2012

La sucesión de Tiberio

Finalizamos con este artículo la serie que empezamos sobre los camafeos y que inició su recta final con el primer artículo dedicado al Gran Camafeo de Francia, al que siguió un segundo con el que ahora enlazamos.

En ese último post se intentó establecer la identidad de los personajes que aparecen en la mencionada joya, pero se dejó claro que eso no constituía más que un primer paso, puesto que, para entender el significado de la imagen que nos muestra el camafeo en su conjunto es necesario recordar la situación política de aquellos años y, aún más, la problemática dinástica.

En el año 4, Augusto había adoptado al hijo de su mujer Livia, Tiberio; este, a su vez, se vio obligado a adoptar a Germánico, hijo de su hermano Druso el Mayor. El sentido de la doble adopción estaba claro: asegurar una sucesión a largo plazo y darle una posición de preferencia a Germánico, marido de Agripina, descendiente directa de Augusto. De este modo, después de la muerte de Tiberio, el poder hubiera pasado, según el plan diseñado por el propio Augusto, a manos de Germánico y no a las del hijo de Tiberio, Druso el Menor. Pero este plan nunca llegaría a buen fin: en el 17, Tiberio encargó a Germánico restablecer el orden en las provincias orientales. Cuando la operación no había hecho más que empezar, en el 19, Germánico enfermó y murió en pocos días; a Tiberio, que entonces superaba los sesenta, se le presentaban diversas posibilidades: su propio hijo Druso, colocado el segundo en la línea sucesoria por Augusto, o dar preferencia a los hijos de Germánico, descendientes directos de Augusto por parte de madre. Un hecho da a entender que Tiberio optó por la primera de las posibilidades: en el 23, fue acuñada una moneda con el retrato de Druso en la que había una inscripción que subrayaba el vínculo genealógico _Druso César, hijo de Tiberio Augusto, nieto del Divino Augusto. Quizá Tiberio se disponía a presentar oficialmente a Druso como su sucesor, pero este murió pocos meses después de la emisión de la moneda. Solo quedaban los hijos de Germánico y Tiberio parece que tomó partido en este sentido: antes incluso de los funerales por Druso, Tiberio consoló a los senadores y en palabras de Tácito, Anales 4, 8, 3-5, lamentó la juventud de sus nietos (los hijos gemelos de Druso y Livila), el declinar de su propia edad y pidió que fuesen introducidos los hijos de Germánico, único alivio a sus presentes congojas. Salen los cónsules, consuelan con sus palabras a aquellos jovencitos y los acompañan ante el César, quien, tomándolos de la mano, exclama: Padres conscriptos, estos huérfanos de padre yo los he confiado a su tío, implorándole […] que los quiera como si fuesen de su propia sangre y los eduque por sí mismo y por sus descendientes. Faltándome Druso, a vosotros dirijo estas peticiones, a vosotros a quienes públicamente elevo, en nombre de los dioses y de la patria, este ruego: a los biznietos de Augusto, a los descendientes de tan ilustres antepasados, acogedlos, guiadlos, cumpliendo vuestro oficio y el mío. Y dirigiéndose a Nerón y Druso, añadió: estos adoptarán para vosotros el papel de padres; la condición en la que nacisteis es tal que todo lo que os ocurre, bueno o malo, afecta al interés del Estado.

Las palabras de Tiberio, solemnes y llenas de pathos, están, sin embargo, vacías de significado. Exhorta al Senado a adoptar a los hijos de Germánico, pero ¿qué significa que un órgano colectivo como el Senado adopte el papel de padre? Mucho más claro hubiese sido que Tiberio mismo los adoptara, como hizo Augusto con Cayo y Lucio César después de la muerte de Agripa, pero no lo hizo. Probablemente, además, la mayoría de los Senadores interpretó sus palabras como una clara investidura y vieron en ellas el deseo de Tiberio de que Nerón y Druso fuesen considerados como sus futuros herederos. Interpretación que pronto se reveló como prematura. Al inicio del año 24, los pontífices y otros sacerdotes incluyeron los nombres de Nerón y Druso en la plegaria ritual de fin de año por la salud del Príncipe. Este reaccionó inmediatamente y con inesperada violencia, como si haber asociado a su nombre el de Nerón y Druso constituyese una afrenta. Tiberio hizo llamar a los pontífices y duramente les apostrofó si por casualidad habían cedido ante los ruegos y amenazas de Agripina. En otras palabras: Tiberio sospechaba una intriga contra él y veía como probable instigadora del mismo a Agripina. Más tarde, en el Senado, Tiberio insistió todavía sobre el hecho para advertir que en el futuro nadie se permita exaltar con honores prematuros el ánimo de los jóvenes, fácilmente excitable, a la soberbia (Tác. An. 4, 17,1). Estas palabras devolvían a los hijos de Germánico al orden y dejaban privada de fundamento cualquier especulación sobre la sucesión al trono.

Esta situación de incertidumbre no cambió. Tiberio (como ningún otro emperador) se negó obstinadamente a designar un sucesor, dejando la cuestión en suspenso durante años. Aún más, en el 35, a los 76 años de edad, dos años antes de morir, redactó un testamento en el que nombraba, no uno, sino dos herederos de su patrimonio privado (y, por tanto, parece que dos también en el plano político): el más joven de los hijos de Germánico, Calígula, y su nieto Tiberio Gemelo, hijo de Druso, negándose también en esta ocasión a dar preferencia a uno u otro. Este continuo y obstinado rechazo a tomar partido ha sido interpretado frecuentemente como un signo de debilidad, en cambio, según el autor de este estudio, el profesor Luca Giuliani, era más bien un signo de deliberada estrategia política. Justo la contraria a la seguida por Augusto, quien buscó designar lo antes posible, y de la forma más clara posible, a su futuro sucesor. Que estuviese clara la sucesión era algo estrechamente ligado a la estabilidad del poder. La autoridad del Príncipe, tanto dentro de la familia como en el plano político, era indiscutible; de hecho, no parece que existiera una oposición digna de este nombre. Solo en una ocasión, en el 23 aC, hubo por parte de un grupo de senadores una tentativa de poner fin al poder de Augusto, tentativa, por cierto, frustrada y nunca más repetida. Augusto, pues, podía confiar plenamente en el apoyo de sus súbditos y en la lealtad del posible sucesor, por eso podía designar uno sin poner en peligro, ni siquiera mínimamente, su propio poder.

Pero la situación había cambiado profundamente en tiempos de Tiberio. Las relaciones dentro de la familia se caracterizaban por sospechas recíprocas y miedos, al menos desde la muerte de Germánico en adelante: una muerte poco clara, de enfermedad, se decía; pero el mismo Germánico estaba seguro de haber sido envenenado y no eran pocos los que veían en Tiberio al probable responsable (Suet. Tib. 52, 3) Estas sospechas posiblemente no tenían fundamento, pero tuvieron, en el interior de la familia imperial, un resultado devastador en forma de inestabilidad psicológica. Por otra parte, tampoco el clima político general era el mejor. Los primeros acercamientos entre Tiberio y el Senado fueron fríos y marcados por la desconfianza. Con el paso del tiempo, con frecuencia sucedió que los senadores, para congraciarse con el emperador, se denunciaban unos a otros y las condenas contra los denunciados podían llegar, incluso, a la muerte. El resultado final, pues, fue una especie de régimen de terror: Nunca antes como en aquella ocasión la ciudadanía se vio invadida por la angustia y el miedo: sospechosos incluso los parientes; abandonadas las reuniones, evitada toda conversación, toda oreja, conocida o desconocida, que pudiese escuchar; incluso las cosas mudas o muertas, incluso los techos y paredes escrutadas con desconfianza (Tác. An. 4, 69). Fuerte y persistente parece que fue en Tiberio el temor de acabar víctima de una conjura: Tácito cita una carta a los senadores en la que Tiberio confiesa estar su vida atribulada por el ansia ante la sospecha de insidias enemigas (An. 4, 70; parece claro que estas insidias no pueden referirse a enemigos externos; la sospecha se refiere al interior); según Suetonio, Tiberio acostumbraba a decir que se sentía como alguien que tiene un lobo rondándole las orejas (Tib. 25,1). Las sospechas seguramente no eran del todo infundadas. Por otra parte, tampoco entre los senadores descontentos, y que hubieran podido apoyar una conjura, había ninguno que hubiera tenido la intención de restablecer la República. Todos tenían claro, además, que el Senado necesitaba un Príncipe y, por tanto _en el caso de la muerte de Tiberio_ un sucesor. ¿Qué hubiese sucedido si Tiberio hubiese designado un heredero? Los potenciales candidatos eran pocos: existía el consenso general de que no podía tratarse de nadie que no fuese miembro de la familia imperial. Pero, después de la muerte de Druso el Menor, no había en la familia ningún otro candidato de cuya lealtad hubiese podido Tiberio fiarse plenamente. Cualquier otro sucesor hubiera acabado necesariamente por constituir una alternativa al mismo Tiberio. Esto habría reforzado la oposición y debilitado la posición de Tiberio, quizá incluso haber puesto en peligro su vida. Con estas premisas, el rechazo por parte de Tiberio a designar un sucesor obedeció a una clara estrategia política: impedir que la oposición encontrara un punto de referencia en un potencial sucesor y, por tanto, una concreta alternativa personal al príncipe reinante. Esta estrategia evidentemente tuvo éxito: después de todo Tiberio, a pesar del continuo temor a una conjura, permaneció en el poder hasta al 37 y pudo morir en su lecho.

Vista en este contexto, la violenta reacción de Tiberio a la inclusión de los nombres de los dos hijos de Germánico en la plegaria de fin de año adquiere el carácter de una señal política muy precisa: se trataba de dar a entender a todos que no había ningún heredero designado y que la sucesión continuaba siendo una cuestión abierta. Por otra parte había, en la inmediata cercanía de Tiberio, quien usaba un lenguaje bastante más explícito y violento. Sejano, por ejemplo, el poderoso prefecto de los pretorianos y estrecho confidente de Tiberio, estaba siempre dispuesto a interpretar cualquier apoyo a los hijos de Germánico como un acto de insubordinación al Príncipe y a evocar el espectro de una revuelta. Sejano (escribe Tácito) apremiaba insistentemente, denunciando que la ciudadanía entera estaba dividida en facciones, como en una guerra civil; que muchos se declaraban partidarios de Agripina y que, si no se les ponía freno, aumentarían: que no veía otro remedio a la creciente discordia que la inmediata eliminación de algunos de los más temerarios (An. 4, 17, 3; cfr. Suet. Tib. 54)

Es fácil, pues, entender que las relaciones entre Tiberio y Agripina eran cada vez más tempestuosas. En el año 26, una prima de Agripina fue acusada de preparar un hechizo contra Tiberio; Agripina, sintiéndose también ella amenazada, corrió ante Tiberio para defender a su prima y por casualidad lo encuentra realizando un sacrificio a Augusto. Desesperada, Agripina exclama que un sacrificio al divino Augusto no queda bien a quien persigue a la descendencia de Augusto; que el espíritu divino de Augusto no reside en estatuas mudas, sino más bien en ella misma, Agripina, imagen viva de él y nacida de su divina sangre (An. 4, 52) La mirada, que en el camafeo Agripina dirige directamente a Augusto, encuentra aquí una precisa correspondencia. Pero tanto la mirada como las palabras recogidas por Tácito son altamente peligrosas, por cuanto se refieren a un punto débil de Tiberio: no era miembro por nacimiento de la gens Julia, por sus venas corría la sangre de la gens Claudia: sangre indiscutiblemente nobilísima, pero no sangre de Augusto.

La situación se precipitó por una intriga de Sejano: hizo advertir a Agripina, ante personas que fingían ser amigas, que Tiberio maquinaba envenenarla y que se guardase de los banquetes del suegro (Tiberio, por ser padre adoptivo de Germánico). Agripina, incapaz de fingir, recostada a la mesa junto a Tiberio, estaba seria y muda y no tocaba la comida hasta que Tiberio, por casualidad, o porque estaba sobre aviso, para ponerla a prueba, elogiando la bondad de ciertas manzanas, le da una personalmente. Agripina, que últimamente sospechaba, pasó el fruto a los esclavos sin acercárselo siquiera a la boca. Tiberio, sin dirigirse a ella directamente, dijo a la madre que no hubiera sido inoportuno adoptar medidas más severas hacia una persona que evidentemente lo consideraba capaz de veneficio (Tác. An. 4, 54). Las palabras de Tiberio son abiertamente amenazadoras: quien acusa de veneficio al Príncipe se autoproclama inimicus principis y, por tanto, hostis populi romani; las consecuencias son drásticas y potencialmente letales: la enemistad para con el Príncipe y el pueblo romano constituye un delito que se paga con la muerte.

En el año 27, Tiberio se retiró a Campania, para no volver más a Roma. Allí quedó Sejano para controlar la situación. Los resultados no se hicieron esperar. Poco después de la partida de Tiberio, Agripina y Nerón fueron sometidos, primero, a arresto domiciliario y, después, procesados, declarados enemigos del pueblo romano y deportados a dos pequeñas islas del mar Tirreno; probablemente, los dos fueron violentamente maltratados: Agripina perdió un ojo (Suet. Tib. 54, 3; 61,1); los dos murieron en cautividad, Nerón en el 31, Agripina en el 33. Entre tanto, fue acusado también el segundo de los hijos de Germánico, Druso; también él fue declarado enemigo del pueblo romano, encarcelado en el Palatino y dejado morir de hambre en su celda (Suet. Tib. 54, 2). En el 33, pues, de los hijos de Germánico solo sobrevivía Calígula, que, hacia el final del año 30, se fue a vivir a Capri con Tiberio; en el 35, Tiberio hizo testamento, nombrando como herederos suyos a Calígula y a Tiberio Gemelo, su nieto. En el 37, muerto Tiberio, Calígula será proclamado emperador e, inmediatamente después, obligará a Tiberio Gemelo a suicidarse, convencido de que la mera existencia de un sucesor designado ponía en peligro su poder.

¿Cuándo pudo ser encargado, pues, el camafeo y por parte de quién? El período de tiempo en que puede haber sido elaborado es estrecho: la iconografía del camafeo presupone la muerte de Druso el Menor en el 23 y es impensable después del arresto de Agripina y Nerón en el 27. Por tanto, debe haber sido realizado entre el 23 y el 27 como muy tarde; probablemente fuera encargado inmediatamente después de la muerte de Druso, cuando todavía eran muchas las razones para pensar que los hijos de Germánico estaban predestinados a la sucesión. ¿Quién pudo haberlo encargado? Hay dos únicas certezas: debió haber sido un exponente de primerísimo plano de la élite imperial, rico y poderoso, pero no pudo haber sido Tiberio. En el camafeo no hay huellas de los dos jovencísimos hijos de Druso. Sin embargo, sí están en situación preponderante los tres hijos de Germánico: son ellos los que constituyen la esperanza de la gens Julia y, por tanto, del pueblo romano; el primogénito, Nerón, aparece inequívocamente presentado como candidato a la sucesión. El camafeo, pues, hace exactamente aquello que Tiberio evitó siempre hacer: tomar partido respecto al problema de la sucesión. Pero, aunque no conocemos la identidad del que lo encargó hacer, podemos estar bastante seguros del objetivo que perseguía el encargo: el camafeo no pudo ser otra cosa que un regalo y, para un regalo de este calibre, solo hay un destinatario.

La sardónice estriada era enormemente preciosa. Plinio en la Naturalis Historia (37, 78, 204) la menciona en tercer lugar, después de los diamantes y las esmeraldas; el oro, en comparación, ocupa la décima posición. Además, una piedra de estas dimensiones (recordemos que se trata del camafeo más grande que se haya hecho nunca) debió haber costado una fortuna. Un objeto así no podía ser destinado a otro que al emperador. Con un regalo como este el que lo encargó buscaba ablandar al emperador, adivinar sus intenciones, quizá también alentar ciertas decisiones. Bajo el reinado de Tiberio la cuestión de la sucesión se había convertido en algo inescrutable: el emperador se obstinaba en callar y cualquier tentativa de adivinar sus intenciones podía revelarse como un grave error. Quien lo encargó quiso tomar partido y manifestó, así, su fidelidad a la gens Julia, dentro de la cual puso en una posición especial a los hijos de Germánico, presentando a Nerón como candidato a la sucesión.

Recordemos una vez más las amenazadoras palabras que Tácito pone en boca de Sejano: que había muchos que se declaraban partidarios de Agripina, y que, si no se les ponía freno, serían cada vez más: que él, Sejano, no veía otro remedio a la creciente discordia que la inmediata eliminación de los más temerarios. Tácito naturalmente escribió esto ex eventu, sabiendo cómo habían acabado Agripina y sus dos hijos mayores. El camafeo demuestra que este dramático resultado no era fácilmente predecible por los contemporáneos a los hechos. Tampoco por parte de un alto personaje de la élite senatorial (un comitente de rango inferior para este camafeo es impensable). No es probable tampoco que el regalo se le entregara al Príncipe antes de que se diese el incidente de las plegarias de fin de año. Evidentemente, aún después de este incidente, el comitente del camafeo no había perdido su optimismo, permaneciendo firme en su apoyo a los hijos de Germánico, pero este apoyo está lejos de ser considerado una falta de lealtad respecto a Tiberio. Más bien al contrario: proclama en voz alta su fidelidad a toda la gens Julia y la esperanza de que Tiberio escoja finalmente un sucesor, poniendo fin a la inseguridad, a las especulaciones y a las intrigas. El camafeo, como se ha visto, estaba destinado a traer desgracia y muerte: probablemente al comitente, con seguridad a Agripina y sus hijos mayores. De hecho, pocos años después, ninguno de ellos estaba ya con vida.

diumenge, 5 de febrer del 2012

Primeros pasos


Primeros pasos de Margarite Gérad.

En la infancia hay un proceso continuo de aprendizaje: a comer, a andar, a hablar... Uno de los momentos importantes que marcan la madurez de los niños es cuando comienzan a dar sus primeros pasos. De hecho este logro se usa para marcar una de las etapas de la vida como vemos  en algunos manuscritos, por ejemplo en el Libro de las Propiedades de las cosas de Barthélemy L'Anglais (s. XV)  En él vemos un bebé en su cuna, un niño que un carrito de madera que camina, otro que corre con un caballito, un adolescente, un joven, un adulto y un anciano para representar las Siete edades de la vida.


Para dar los primeros pasos los niños griegos y romanos también utilizaban andadores y correpasillos, pues se trata de objetos de puericultura conocidos desde la antigüedad clásica según observamos en documentos escritos y gráficos que nos permiten recorrer el largo viaje del andador infantil desde el siglo IV a. C. hasta nuestros días.

Cronológicamente, el testimonio más antiguo que he localizado está datado entre los años 330 al 480 antes de Cristo en Atenas, se trata de un khous οῦς)  de las Antesterias de figuras rojas conservado en el Louvre siglos I-II d C. Los khoes όες) eran unos jarritos muy pequeños (11 cm de alto y 15 de diámetro), en los que se ofrecía vino a niños de más de tres años por primera vez en el día de las jarras en las fiestas de Dioniso llamadas Antesterias

En cuanto a las fuentes escritas es Sorano de Éfeso, médico en el siglo II que escribió un tratado sobre Ginecología, quien hablando de los cuidados de  los niños dice en libro II

Cuando el niño comienza a sentarse, hay que sostenerlo poniendo alrededor de él ropa (...), pero no por mucho tiempo al principio. Si hace más progresos, gatea y se mantiene de pie un poco, hay que colocarlo junto a una pared y dejarlo ahí, o  más tarde ponerlo en una silla con ruedas (πρὸς δίφρον ὑποτρόχον). De esta manera, avanzando poco a poco aprenderá a caminar. 



Hay más ejemplos que evidencian su naturaleza de objetos cotidianos, como vemos en esta figura de un niño con un andador de tres ruedas (siglo I-III d. C.) que se conserva en el Museo Británico.

Y también este fresco de la decoración mural de la Tumba de las pinturas en la Necrópolis de la Vía Portuense, actualmente en el Museo Nacional Romano de las Termas de Diocleciano en Roma. Está datado en el año 160 y representa claramente a un niño algo mayor con un andador. 


Muy semejante es el que vemos en el sarcófago del Museo Nacional Romano usado por un bebé en sus primeros pasos (siglo II d. C.).

Por otra parte también están atestiguados los taca taca con cuatro ruedas que se utilizan cuando los niños son muy pequeños y aún no tienen mucha estabilidad. Así se constata en este relieve de un sarcófago de Zagreb datado en la segunda mitad del siglo III (dibujo de A. Tihibaudeau del libro Vita privata de R. Amedick).


Los reencontramos ya en el s. XV, por ejemplo, el bello ejemplar del andador del Niño Jesús que aparece en uno de los manuscritos iluminados más apreciados del siglo  XV, Las Horas de Catalina de Cleves. Se encuentra en el Museo Morgan de Nueva York y en este enlace podemos ver algunas de sus ilustraciones.

Más tarde en el siglo XVI, el Bosco en su obra las Tentaciones de San Antonio representa a un demonio que camina con un andador de cuatro ruedas, a la derecha de San Antonio. También en 1577 Omnibonius Ferrarius en su De Arte Medica Infantium recomienda el uso de andadores para favorecer la movilidad de los niños. Nos ofrece una ilustración y aconseja que al principio del aprendizaje lleven un protector en la cabeza hecho con lino o piel y relleno de algodón para amortiguar los golpes o contusiones, es decir, una chichonera o  gorra de cop.



Si queréis ver más ejemplos hasta nuestros días, mirad en este enlace de la wikipedia 
La duda que se plantea ahora es y  ¿cómo se llamaban? Hemos encontrado varias posibilidades

1) PLOSTELLUM. La encontramos en el Diccionario de Autores  de Media y Baja latinidad, Du Cange et alii, 1833-87.

Plostellum: Miracula S. Joan. Beverlac. núm.5: Qui antea in motu suo effigiem repraesentaverat belluinam, in suae tamen erectionis initio vicinae pyramidis usus est appodiamento, ad modum pueri Plostello innixi, et humum pene signantis mento

Vox videtur deducta a plaustrum, ut recte conjectat Papebrochius, qui vehiculum interpretatur, cui axillarum tenus innixi pueri prohibentur a lapsu, dum interim illud corporis nixu protrudentes formare gressum discunt.

Nos da una cita de los Milagros de San Juan de Béverly en las Actas Sanctorum de Mayo del siglo  XVII de Daniele Papebrochio  (pág. 190 y 191) que sigue los escritos de un monje de Canterbury llamado Folcard s. XI (pág. 166)  en su obra La vida de San Juan de Beverly.

Por lo que la palabra plostellum, es  un carrito (diminutivo de plaustrum, carro) utilizado por los niños cuando aprenden a caminar, pues con el esfuerzo de su cuerpo lo van empujando y como apoyan las axilas en él no se pueden caer mientras dan los primeros pasos.

También hallamos  la misma acepción para la palabra plostellum en diccionarios de la RAE de 1822 y 1852, que consideran equivalente a infantium sedile rotabile, y que sería en castellano, carretón. 

No podemos olvidar que en diccionario de latín SPES en los dibujos dedicados a la infancia PUE(ritia) en la página 409 se le da este nombre, tal como vemos en la imagen.



2) Con posterioridad, en el siglo XIII se usa también el vocablo SUSTENTACULUM.

El testimonio lo vemos en un texto escrito en Alemania en el siglo XIII Vita Beatae Mariae Virginis et salvatoris rhythmica, en el que leemos que Jesús a los trece meses aprendió a andar y a mantenerse de pie sin usar el sustentaculum, lo que no era habitual en los niños que lo necesitaban hasta que sus piernas adquirían la fuerza suficiente. Sin embargo en las imágenes aparece representado usando un sustentaculum



Versos 2486-2490
Quante etatis fuerit puer Jesus cum cepit ambulare

Unius anni eum Jesum implesset iam etatem,
Atque mensem unicum post nativitatem,
Super pedes ipsius cepit ambulare
Sine sustentaculo et erectus stare.

Non per modum puerorum qui primo palpitando
Manibus et pedibus ac repunt cespitando,
Et ad terram corruunt sepe residentes, 
Ac cum sustentaculo se primo fulcientes,
Donec crura confortentur, ut queant per se stare,

Ipsi que sic consuescunt paulatim ambulare.
Non sic puer Jesus prinio discens palpitabat,
Sed statim per se surgens stans cucurrit, ambulabat.



En el taller de las Etapas de la vida, Aetatis Hominis, contamos con un sólido plostellum, que como veis en esta imagen, haría las delicias de cualquier infans ...