Nunca es fácil escribir sobre
alguien ausente, pero si, además, se trata del mejor de los amigos y
compañeros, la tristeza y la congoja invaden el pensamiento y el corazón y
sientes que te falta el aire y el ánimo y que te han arrancado una parte
importante de ti misma y que el vacío es tal que no eres capaz de vislumbrar
cómo lo llenarás a partir de ahora.
El día 10 de agosto no será ya un
día cualquiera, sino aquél en que la despiadada Átropo se llevó al mejor de
nosotros; a nuestro amigo y compañero, a nuestro Ladón y, desde que asumí la
asesoría, a mi guía y mi scipio.
No será fácil el camino sin ti,
Juanvi, ni fácil asumir que ya no estás… Los dioses, caprichosos y crueles, te
quisieron con ellos… Permanecerá tu memoria y tu nombre y, cuando la tristeza
tenga a bien darnos un respiro, podremos recordarte como te mereces, con
alegría, con cariño.
Tus alitas ya te llevan por
tierras ignotas, por lugares vedados a los que aquí quedamos. Volveremos a
vernos, amigo, pero aún no…aún no…
Hay algo sagrado en las lágrimas, no son señal de debilidad sino de
poder. Hablan con mayor elocuencia que diez mil lenguas. Son las mensajeras de
una pena abrumadora... y de un amor indescriptible.
Εἰς αἰεὶ, φίλε… εἰς αἰεί