El primer paso hacia el ritual de la boda era la ἐγγύη, una ceremonia, relativamente informal y previa, que consistía en concretar los pormenores del acuerdo, que la boda representaba, entre el tutor legal de la novia y el novio, o su tutor legal. Los matrimonios eran arreglados, a menudo, por razones políticas o por dinero, es decir, se trataba de un contrato, de una transacción comercial. En Ifigenia en Áulide, por ejemplo, Clitemnestra le pide a su marido que analice la situación económica y el linaje del novio (Eurípides, Ifigenia en Áulide, 694-695) diciendo:
τοὒνομα μὲν οὖν παιδ' οἶδ' ὅτῳ κατῄνεσας, γένους δὲ ποίου χὠποθεν μαθεῖν θέλω
Conozco el nombre del joven al que la has prometido, pero quiero saber de qué linaje es y de dónde
La palabra griega ἐγγύη hace referencia a aquello que se coloca en las manos como garantía (Bailly, A., Dictionnaire Grec-Français, voz ἐγγύη, pág. 566) y, tal vez, confirme que un apretón de manos entre las dos partes solía sellar el acuerdo matrimonial, idea que se refleja en Heródoto, quien, al hablar del matrimonio del hijo de Creso, escribe (Heródoto, Historias, I 35):
ἔχοντος δέ οἱ ἐν χερσὶ τοῦ παιδὸς τὸν γάμον
Y parece que este apretón de manos podría haber ido acompañado habitualmente de una fórmula (Menandro, Perikeiromene, 894-895):
ταύτην γνησίων παίδων ἐπ' ἀρότῳ σοι δίδωμι
Te entrego a ésta para la procreación de hijos legítimos
Esta ceremonia de los esponsales podía tener lugar varios años antes del matrimonio, aun cuando la novia fuese muy joven y no hubiera llegado a la menarquía. Se acordaba la dote que el padre o tutor de la novia entregaría al futuro marido y que solía estar compuesta por una combinación de cosas: tierras, dinero y mercancías, incluidos los esclavos. Aunque en realidad el padre no estaba obligado legalmente a proporcionar una dote a la novia, era una manera de mostrar la riqueza de una familia ateniense y una buena dote mejoraba la situación de una familia acomodada. Llegó a citarse como argumento jurídico para poner de manifiesto la oficialidad de un matrimonio y para confirmar la legitimidad de los hijos (Iseo, Discursos, III Sobre la herencia de Pirro, 8):
ἥν τινά ποτε προῖκά φησιν ἐπιδοὺς ἐκξοῦναι τὴν ἀδελφὴν ὁ μεμαρτυρηκὼς τῷ τὸν τριτάλαντον οἶκον κεκτεμένῷ...
El que ha testimoniado que casó a su hermana con quien poseía una fortuna de tres talentos dice que es la dote que le dio en su día…
Platón, en Leyes VI, 774 C, sugiere que una gran dote puede trastornar el equilibrio de poder (del esposo sobre la esposa) en el seno del matrimonio y recomienda establecer un límite de 50 dracmas como dote. Así, dice, el resultado sería:
ὕβρις δὲ ἧττον γυναιξὶ καὶ δουλεία ταπεινὴ καὶ ἀνελεύθερος διὰ χρήματα τοῖς γήμασι γίγνοιτ' ἄν.
Habría menor insolencia por parte de las esposas y menor sería la humillación y el servilismo por parte del marido a causa del dinero.
Del texto de Platón podría deducirse que la dote era una fuente de alimentación para la mujer dentro del οἶκος del marido _de hecho, en caso de divorcio, la dote debía ser devuelta íntegramente y debió ser freno a posibles abusos verbales o físicos por parte del marido_ Sin embargo, la mujer no era dueña de la dote, sino que el control de la misma lo ejercían los hombres de su vida. Ya se ha dicho al principio de este artículo que el dominio sobre la joven lo ejercía, en primer lugar, el padre. Si éste moría, el tío paterno actuaba como su tutor hasta que contraía matrimonio, momento en que la tutela recaía en el marido. Si enviudaba o se divorciaba, volvía a su tutor original o, si su hijo mayor era ya adulto, podía permanecer en el οἶκος conyugal bajo su tutela. Cualquier cambio en el estatus social de la mujer por matrimonio, divorcio o viudedad tenía como consecuencia un cambio de tutor, pero también la incorporación a una nueva unidad doméstica o el regreso a su οἶκος natal. Este texto de Demóstenes ilustra que la dote era propiedad de los hombres:
μὴ γήμαντος δ' αὐτοῦ τὴν μητέρα τὴν ἐμήν, ὁ μὲν νόμος κελεύει τὴν προῖκ' ὀφείλειν ἐπ' ἐννέ' ὀβολοῖς (Demóstenes, Contra Áfobo I, 17)
Pero en el caso de no casarse con mi madre, la ley declara que él me debe la cantidad de la dote con un interés de nueve óbolos al mes
Las mujeres eran equivalentes a menores legales, razón por la cual no podían gestionar ninguna propiedad. Una ley, citada por Iseo de Atenas, indica que la capacidad legal de las mujeres para realizar transacciones financieras estaba fuertemente limitada (Iseo, Contra Jeneneto 10. 10):
La ley prohíbe expresamente a un menor contratar, igual que a una mujer cuando excede de una medimno de cebada
Marina Picazo, en Alguien se acordará de nosotras. Mujeres en la ciudad griega antigua, explica que el medimno de cebada valía unos tres dracmas en el s. IV aC y equivalía a unos 52 litros, lo que suponía las raciones de una persona adulta para 24 días. Esa cantidad era suficiente para alimentar a una familia durante 5 ó 6 días y debió ser lo que se necesitaba para que una mujer pudiera hacer pequeñas transacciones comerciales, como las que se hacían en los mercados.