El mes, que corresponde a diciembre-enero de nuestro calendario, no tiene demasiados festivales. El primer festival, las Neomenías, lo encontramos el primer día del mes_ el primer día de cada mes en el calendario ático recibía el nombre de Neomenía, o Noumenía (de νέος, nuevo, y μήν, mes, luna) _ Se trata de una fiesta fija que desde la más remota antigüedad se celebraba en el novilunio de cada mes en Siria, Egipto, Grecia y Roma. En Egipto la ceremonia consistía en conducir con gran pompa los animales que correspondían al signo celeste en que iban a entrar el Sol y la Luna; en Grecia se ofrecían sacrificios a todos los dioses, en especial a Apolo, considerado como el padre de la luz, de los meses, de las estaciones, del día y de la noche. Las Neomenías se celebraban con juegos y festines públicos en los cuales ricos y pobres alternaban sin distinción; se dirigían a los dioses preces solemnes y se tributaban homenajes religiosos a héroes y semidioses. Los participantes en estas fiestas recibían el nombre de Neomeniastés. En Grecia este día estaba también dedicado a la diosa Hécate, según algunos autores, o a Selene, según otros. Hécate es la personificación de la Luna Nueva, mientras que Selene lo sería de la Luna cuando empieza a ser visible en su primer cuarto creciente. Las dos acabarían siendo asociadas a la diosa Ártemis y juntas, Hécate, Selene y Ártemis, darían lugar a uno de los sincretismos más mágicos de la religiosidad griega: la diosa Triforme o la Ártemis de las tres caras, que representan la Luna Nueva, la Luna Creciente y la Luna Llena, y que es manifestación de la naturaleza cambiante de la Luna.
No sabemos en qué consistía el culto a Hécate, pero es una divinidad antigua de ámbito doméstico y de carácter mágico, es una divinidad del umbral, de hecho su epíteto es Hécate la de delante de las puertas, llamada también la Dadora de Visiones. Representa la parte más negativa del mundo de los muertos y es temible. Protege de los espíritus que se encuentran en la casa, de manera que se hacían limpiezas periódicas a modo de purificación para que los espíritus salieran y fueran conducidos a las encrucijadas de los caminos, que también eran territorio de esta divinidad. Para aplacarla, se untaban con aceite las piedras de las encrucijadas y se le hacían ofrendas de coca, pastas, pan, aceite, miel o leche.
En Roma, por otra parte, estas fiestas recibieron el nombre de Calendas, nombre que recibe también el primer día de cada mes. Hacían sacrificios y dirigían preces a los dioses en gratitud por los beneficios que éstos dispensaban. Las Calendas de Marzo eran las más solemnes, dado que, en un principio, dicho mes fue el primero del año en su calendario.
Respecto de las fechas en que se celebraban los festivales que restan de este mes, no hay demasiado acuerdo. Para las Haloas, hay quien apunta el día 5 de Posideón, mientras que otros autores las trasladan a día 25 o 26. Lo mismo ocurre con las Dionisias Agrarias: según unos, se celebraban los días 10, 11, 13 y 14, mientras que otros las llevan al 27, 28 y 29 del mes.
Nos limitaremos, pues, a describir en qué consistían estos festivales.
Las Dionisias Agrarias o de El Pireo. Ascolias.
Es uno de los muchos festivales que se llevaban a cabo en Atenas en honor de Dioniso. De forma general, podemos decir que Dionisias había prácticamente todo el año y se dividen en antiguas, modernas, mayores, menores, campestres, vernales, autumnales, nocturnas… Por lo que hace a las que nos ocupan, las campestres o de El Pireo, también llamadas Ascolias (gr. ἀσκός, odre, piel de animal desollado) tenían tres partes: Thoinia, Ascolia, Iobacco, correspondientes a cada uno de los días en que se celebraban. De la primera parte, es decir, del primer día, no tenemos noticia alguna; de la segunda, Ascolia, sabemos que saltaban con un solo pie sobre un odre lleno de vino y untado con aceite y que se hacían concursos por ver quién conseguía no caer o resbalar. Se realizaba también una procesión alrededor de un enorme falo, símbolo de fertilidad, con que se buscaba propiciar la productividad de los campos sembrados durante el otoño. En ella, una joven llevaba una cesta llena de pasas u otros frutos, así como una olla llena de legumbres que se ofrecía al dios, y se conducía una cabra al sacrificio, porque siendo un animal que destruye las hojas de la vid para alimentarse, es enemigo de Dioniso. El Falo era conducido en pértigas o varas largas por los Phallophoros, ministros del dios, quienes con coronas de violetas y de hiedra en la cabeza, y con máscaras de ramas verdes, cantaban las phallicas, especie de estrofas libres; seguían luego los Ithyphallophoros, que vestidos de mujeres con trajes blancos, adornados de guirnaldas y con flores en las manos imitaban los gestos de la embriaguez. Era una fiesta alegre en la cual los participantes cantaban, bailaban y proferían obscenidades a todos aquellos que se encontraban por el camino. Los esclavos también participaban. Desde el s. V a.C., los demoi mas importantes y ricos añadieron representaciones dramáticas. El último día era el Iobacco (gr. ἰὼ Βάκχε), en que las ménades invocaban al dios con muestras de alegría y gritando ἰὼ Βάκχε!
Las Haloas (gr. ἁλωάς: era donde se trillaba el cereal)
Celebración, en honor de Deméter, Core y Dioniso. Se trata de una fiesta de purificación. La fiesta estaba reservada a las mujeres e incluía la comunicación de secretos relativos a la feminidad. Parte de la fiesta consistía en la profesión de obscenidades, que se hacía con la compañía de símbolos sexuales y abundantes libaciones de vino. Las Haloas comenzaban en Atenas y acababan en Eleusis, donde los magistrados preparaban un banquete con productos de la tierra y el mar, salvo aquellos que estaban prohibidos en los Misterios eleusinos: las granadas, las manzanas, los huevos, etc. Cuando el banquete estaba preparado, se dejaba todo en manos de las mujeres.
Las mujeres pasaban toda la noche velando a la luz y el calor de las hogueras. La ciudad les proporcionaba la leña, además de los entarimados.
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