diumenge, 15 d’octubre del 2017

"No es lo mismo estar ocioso que no hacer nada". Jornada de un ciudadano romano

Las actividades de los romanos en su día a día eran muy diferentes según la clase social a la que pertenecían y el lugar en el que habitaban. Es evidente que el trabajo de los esclavos era ingente, pero no era lo mismo ser un esclavo de ciudad, que trabajar en el campo o en las explotaciones mineras, por ejemplo.  Del mismo modo para los grandes personajes de la sociedad, senadores y caballeros, la urbe era un lugar de gran actividad política y social, mientras que en las villae del campo el ritmo era más relajado y podían dedicarse al descanso y la lectura.

 Así nos lo cuentan Plinio, Horacio y Marcial

  • Plinio, Epistulae I, 9Jornada de un ciudadano importante

Cayo Plinio saluda a su querido Minucio Fundano.
Es asombroso de qué manera llevamos o parece que llevamos la cuenta de las actividades que realizamos día a día en la ciudad, (...) pues si le preguntas a alguien: “¿Qué has hecho hoy?” Te responderá: “He estado presente en la ceremonia de la toga viril, he asistido a unos esponsales o a unas nupcias; aquel me ha solicitado la firma en un testamento, aquel que lo acompañe en un juicio, aquel que le de un consejo”.
Todas estas ocupaciones son necesarias en el día que las has hecho; pero si juzgas que las has hecho todos los días, parecen vacias, mucho más cuando vives en el campo. Entonces, pues, acude este pensamiento: “¿Cuántos días he consumido en actividades inútiles?”
Es lo que me sucede cuando en mi villa Laurentina me dedico a leer, a escribir, o también a cuidar de mi cuerpo de cuyo cuidado se sostiene también el espíritu.
Por tanto tú también deja, cuando se te presente la primera ocasión ese estrépito, ese ir y venir y esos trabajos completamente vacíos y dedícate al estudio o al descanso. Pues es mejor como dijo nuestro Atilio de una manera erudita al mismo tiempo que chistosa, estar ocioso que no hacer nada. Adiós.


  • Horacio Sátira. VI, 111 ssVida de Horacio en Roma

Por estas y otras mil razones vivo más cómodo que tú, ¡oh ilustre senador ! Voy solo a donde se me antoja; pregunto el precio de las verduras y el pan; con frecuencia acudo a los cotilleos del Circo, y por la tarde voy al Foro y me detengo donde se echa la buenaventura; después me vuelvo a casa donde me espera un plato de puerros y garbanzos, y una torta de aceite y miel; me es servida la cena por tres esclavos; en un velador de mármol blanco tengo dos copas y un vaso (...) Luego me voy a dormir, sin preocuparme de tener que madrugar al día siguiente (...) Estoy acostado hasta la hora cuarta, pasada la cual, paseo sin rumbo fijo, leo o escribo lo que me place en momentos de reflexión; y unjo mi cuerpo con aceite de oliva, pero no del que hurta a las lámparas el repugnante Nata. Cuando me siento cansado, y el sol canicular me invita a tomarme un baño, abandono el campo de Marte y el juego del trigón. Después de un almuerzo frugal, aunque suficiente para no sentir mi estómago vacío el resto del día, me entretengo en mi retiro doméstico. Así es cómo pasan la vida los que están libres de la mísera tara de la ambición; y he aquí lo que me consuela: la convicción de que llevo una existencia más dulce que si mi padre, mi abuelo y mi tío hubieran sido cuestores.




  • Marcial, IV,8 , Jornada diaria

La primera y la segunda hora consumen a quienes se dedican a dar los buenos días, la tercera pone en movimiento a los abogados roncos, Roma prolonga las diversas ocupaciones hasta la quinta, la sexta es la del descanso de los fatigados, la séptima será el final de éste, la octava, hasta la novena, basta para los ejercicios con el cuerpo frotado con aceite, la novena exige romper con nuestro peso los lechos que se nos han preparado: la hora décima es, Eufemo, la de mis libritos, cuando tu cuidado dispone los manjares hechos con ambrosía y el buen César se recrea con el néctar celeste y sostiene una módica copa con su mano poderosa. Acepta entonces mis bromas:¿a quién le está permitido, Talía mía, dirigir sus pasos a nuestro Júpiter por la mañana?


Salutem plurimam