En
época antigua el matrimonio se entendía hasta la muerte, sin
embargo existe una ley atribuida a Rómulo que estipulaba las
condiciones para la disolución de la institución. Solo podía
recurrir a ella el marido en situaciones extremas: cuando la mujer ha
intentado envenenar a los hijos, sustraído las llaves o cometido
adulterio.
Si
se repudia en cualquier otro caso, el marido debe dar la mitad de su
fortuna a la mujer y la otra mitad será consagrada a Démeter; y
quien repudia a su mujer debe ofrecer un sacrificio a los dioses
infernales. La mujer no puede hacer uso de esta ley, si se marcha de
la domus, ha de hacerlo sin llevarse nada y renunciando a los hijos.
El texto de Plutarco,
Vida de Rómulo 22 dice
Promulgó
también algunas leyes, de las cuales muy dura es la que no permite a
la mujer repudiar al marido, concediendo a éste despedir la mujer
por envenenar los hijos, por falsear las llaves y por cometer
adulterio; si por otra causa alguna la despedía, ordenábase que la
mitad de su hacienda fuese para la mujer, y la otra mitad para el
templo de Ceres; y que el que así la repudiase hubiera de aplacar a
los Dioses infernales.
Veamos
estas disposiciones:
-envenenamiento
de los hijos. Parece
que no se refiere al envenenamiento de un niño ya vivo, sino a tomar
algún fármaco abortivo.
-sustracción
de las llaves.
Las mujeres tenían el control sobre todas las llaves de la casa, con
excepción de la bodega ya que para ellas estaba prohibido beber
vino. Hay varios pasajes que nos ilustran esta prohibición y las
terribles consecuencias que conllevaba no cumplirla.
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Casa de Eustolio. Chipre. s.V |
Existe
una anécdota contada por el historiador Fabio Píctor (finales del
siglo III a C.) y transmitida por Plinio el Viejo en Historia Natural
XIV, 14, 2 sobre una mujer romana que abrió el lugar donde se
encontraban las llaves de la bodega. Su castigo,
determinado por el consejo de la familia, fue morir de hambre.
En
Roma no era lícito que los mujeres bebieran vino. Entre
las varias anécdotas relacionadas con este tema, nos encontramos con
que la esposa de Egnatius Mecenius fue asesinada por su marido con un
palo, porque había bebido un poco de vino de la cuba, y que fue
absuelto del asesinato de Rómulo.[La
misma anécdota la cuenta Valerio Máximo, VI, 3, 9].
Fabio Pictor, en su Libro de los Anales, ha declarado que una dama,
por haber abierto una bolsa en la que las llaves de la bodega se
guardaban, fue condenada a morir de hambre por su familia, y nos dice
Catón, que era del uso de los parientes varones de las hembras
dieran un beso, con el fin de comprobar que olía a "temetum,"
porque fue con ese nombre que el vino era conocido entonces, donde
nuestra palabra "temulentia", que significa borrachera.
A
principios del siglo II a. C. si una mujer bebía vino, podía ser repudiada
pero no era condenada a muerte. Plinio (op.cit) nos cuenta que el último
divorcio que ocurrió por este motivo fue en la pretoría de Domicio
Ahenobarbo
...habia bebido más
vino de lo indispensable para su salud, y sin el conocimiento de su
marido, por lo que la condenó a la pérdida de su dote.
Durante
mucho tiempo existió el ius
osculi,
el derecho al beso que las mujeres de buena familia recibían de sus
parientes, para comprobar que su aliento no olía a vino
“Entre
los romanos, como dice Polibio en el libro sexto, se prohíbe
a las mujeres beber vino; ellas
beben el llamado “passos”, elaborado con pasas, parecido al vino
dulce que se bebe en Egóstones y al vino de Creta; por esto, cuando
la sed las abrasa, toman este sucedáneo. Y es imposible que pase
desapercibida la mujer que ha tomado vino: en primer
lugar, nunca disponen
de él, y además, debe
besar a sus padres, a sus suegros y aún a sus sobrinos, y esto cada
día, en el mismo instante que los ve por primera vez. Asimismo al no
saber con quién conversará, con quiénes se encontrará, toma sus
precauciones, porque la cosa, sólo con que haya probado un poco de
vino, no necesita acusación ante el juez
(Polibio,
VI, 11 a y Ateneo X, 56)
-cometer
adulterio: es
la máxima ofensa hecha al marido y la familia pues supone un crimen
contra la pureza de sangre.
El
divorcio era muy poco frecuente, por lo menos hasta el siglo III a C.
En Aulo Gelio, Noches Áticas 4,3,1 se nos dice:
Es
tradición que quinientos años después de la fundación de Roma no
había ni procesos ni garantías sobre la restitución de los bienes
de la esposa, ni en la urbe ni en el Lacio, pues no se tenía
necesidad alguna de ello, al no haberse dado todavía ningún
divorcio.
Así
mismo nos comenta el que debió ser uno de los primeros divorcios, el
de Carvilio Ruga.
También
Servio Sulpicio, en el libro que compuso sobre las dotes escribió
que la primera vez que se consideraron necesarias las garantías de
los bienes de la esposa fue cuando Espurio Carvilio, que tenía por
sobrenombre Ruga, varón de origen noble, se divorció de su esposa,
dado que por un problema de esterilidad no podía tener hijos de
ella. Esto ocurrió en el año 523 desde la fundación de la ciudad,
cuando eran cónsules Marco Atilio y Publio Valerio. No obstante, se
cuenta que este Carvilio, si bien amaba sobremanera a su esposa de la
que se divorció y la tenía por la más preciada debido a su virtud,
tuvo que poner por delante su deseo y amor al juramento que había
hecho, obligado por los censores, de que buscaría una esposa para
tener hijos.
Hasta
entonces cuando un matrimonio tenía problemas acudían a un juez
bastante especial para que favoreciera la conciliación, la diosa
Viriplaca " la que aplaca a los hombres", que tenía un
templo en el Palatino. Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, II, 6:
Cada vez que tenía lugar una discusión entre marido y mujer ambos se dirigían al templo de la diosa Viriplaca, situado en el Palatino y allí, después de decirse mutuamente lo que les venía en gana, deponían su encono interior y volvían a casa reconciliados. La diosa debe ser venerada, y no sé si también obsequiada con nuestros más personales y mejores sacrificios como guardiana de la paz doméstica cotidiana. Su mismo nombre expresa, sin querer herir la igualdad del mutuo amor, el honor que las mujeres han de tributar a la supremacía de los hombres.
Sin
embargo a finales de la República, la diosa va perdiendo su poder e
influencia y los divorcios aumentan sensiblemente. En
el Digesto 24, 2,2,1 encontramos las fórmulas tradicionales para
manifestar el repudio: Tuas
res tibi habeto! (Coge
tus cosas!).
1. In
repudiis autem, id est renuntiatione comprobata sunt haec verba:
"tuas res tibi habeto", item haec: "tuas res tibi
agito"
Terminamos
con una anećdota relacionada con el divorcio de Paulo Emilio que nos
cuenta Plutarco en Vidas paralelas, Paulo Emilio, IV y que ha dado lugar a la expresión Solo yo sé donde
me aprieta el zapato..
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J.W. Godward |
IV. Casóse con Papiria, hija de Masón, varón consular, y después de haber vivido en su compañía largo tiempo, disolvió aquel matrimonio, no obstante haber tenido de ella una ilustre sucesión, pues que dio a luz al célebre Escipión y a Fabio Máximo. Causa escrita de este repudio no ha llegado a nuestra edad, pero quizá fue uno de aquellos que hicieron cierta una especie que corre acerca del divorcio. Había un Romano repudiado a su mujer, y le hacían cargo sus amigos, preguntándole: “¿No es honesta? ¿No es hermosa? ¿No es fecunda?” Y él, mostrando el zapato, al que los Romanos llaman calceo, les dijo: “¿No me viene bien? ¿No está nuevo? Pues no habría entre vosotros ninguno que acertase en qué parte del pie me aprieta”. Y en verdad que por grandes y conocidos yerros se separaron algunos de sus mujeres; pero los tropiezos, aunque pequeños, continuos, de genio y diferencia de costumbres, éstos se ocultan a los de afuera, y engendran, sin embargo, con el tiempo, en los que viven juntos, desazones insufribles.